En 1469, se unieron en matrimonio, el príncipe Fernando, hijo y heredero de Juan II, rey de la Corona de Aragón, y la princesa Isabel, hermana de Enrique IV, rey de Castilla.
La unión de Isabel y Fernando no comportó la creación de un único reino, sino que fue solo una unión dinástica. Por la concordia de Segovia(1475) se había acordado administrar de forma conjunta ambas coronas, pero manteniendo los dos reinos por sus fronteras, por su propio monarca, su moneda, su sistema fiscal, sus leyes y sus instituciones. Además, el reino no contó con una capital establecida y la corte se desplazaba allí donde estaban los Reyes.
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