El
arte gótico nació
en Francia a mediados del s. XII y se extendió por Europa occidental
a partir del s. XIII. Fue una manifestación artística esencialmente
urbana, impulsada por la burguesía
y el poder eclesiástico,
que se habían trasladado a las ciudades.
El
crecimiento urbano originó la necesidad de nuevas
construcciones civiles:
ayuntamientos para el gobierno municipal, palacios para nobles y
burgueses ricos, lonjas para los mercaderes, atarazanas para
construir barcos y universidades para acoger a los nuevos
estudiantes.
Sin
embargo, por encima de cualquier otra edificación, la ciudad
medieval elevó grandes templos y catedrales,
que pretendían mostrar el poder económico de las ciudades y la
religiosidad de sus habitantes.
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